Sin
duda, ver una cama japonesa en un dormitorio es una gozada. Tiene un perfil
bajo que da muchísima amplitud al dormitorio y, además, se pueden encontrar
diseños muy variados para dar el toque chic a nuestra habitación.
Por
lo general, las camas japonesas se componen de un futón, que en Japón suele ir
sobre el suelo, además de un edredón típico japonés y la almohada. Si
somos estrictos, estos tres elementos deberían ser los únicos en una cama
japonesa. No obstante, para nosotros, los occidentales, lo normal sería tener
una estructura bajo el colchón (futón) que nos separe un poco del suelo.
Ya
que la costumbre en Japón es dormir sobre el suelo, para retirar la cama
fácilmente por la mañana y poder utilizar la habitación para otro uso, es
normal que los futones vengan de un espesor muy fino. Sobre
el edredón, el típico edredón japonés es muy fino y va forrado en seda, lo cual
lo hace especialmente fácil de almacenar, sin perder la capacidad de conservar
el calor que cualquier edredón convencional debe tener.
No
obstante, incluso con una estructura de cama bajo el futón, nos puede quedar
una perfecta cama de estilo japonés, ya que su seña más distintiva es su poca
elevación sobre el suelo. Esto tiene el inconveniente de que perdemos el
espacio de almacenamiento bajo la cama (el típico canapé), aunque si disponemos
de suficiente espacio en la habitación, podría no ser realmente un problema y nos
puede compensar sacrificarlo en pos de conseguir un diseño más agradable a la
vista.
Este
tipo de cama puede quedar bien en cualquier casa, pero, eso sí, si apostamos
por ella, no debemos luego llenar la habitación de objetos como mesitas altas,
etc., que nos estropeen la estética. Cuanto más sencillo quede todo alrededor
de ella, más conseguido estará el ambiente.